SERENDIPIAS.
Como aquellas caras que aparecían en el suelo de terrazo del baño de la abuela, ese buzón que parece sonreír o aquella escena goyesca surgida de las vetas de la mesa de olivo del comedor, estas piezas son hallazgos afortunados que aparecen prácticamente en la forma en que los presento. Mi única labor como escultor es colocarlos de cierta manera para darles un contexto, un mensaje.
Arquitecturas imposibles, personajes díscolos y seres mitológicos surgen ante nuestros ojos hablando de nosotros mismos. Son divertimentos. Es la imaginación en estado puro.
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